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Como caída del cielo

Una de las 6 “emociones básicas” catalogadas por el psicólogo Paul Ekman, es el sentimiento con el que toda la Argentina se fue a dormir el 26 de octubre. “Que algo pueda sorprendernos -para bien o para mal- exige a los dirigentes políticos humildad al momento de afrontar la realidad”, dice el autor

 

Redacción En el Recinto. Por Facundo Odasso

En todos los portales de noticias del país la palabra que destaca por su repetición es “sorpresa”. Nadie esperaba, anticipaba o siquiera imaginaba, que el presidente Javier Milei obtendría más del 40% de los votos a nivel nacional en las elecciones legislativas a la Cámara de Diputados.

Las demandas presupuestarias para las universidades públicas, los reclamos de subsidios por discapacidad, las miserias de jubilaciones mínimas, el parate en la industria metalúrgica y textil, la burla a los productores agropecuarios con las “retenciones cero por 48 hs”, la apreciación de un 25 % del dólar oficial en apenas dos meses, las denuncias de coimas, candidatos acusados de recibir financiamiento del narcotráfico, etc., etc. y más etc.

La victoria electoral de Milei dejo sin sentido racional una secuencia de hechos que animaban a anticipar un resultado negativo para el propio presidente. Es política.

En principio, la sorpresa es una alteración emocional personal que se realiza espontáneamente y de manera natural. El psicólogo Paul Ekman la menciona como una de las 6 emociones básicas de todo ser humano. La sorpresa se experimenta individualmente cuando irrumpe lo inesperado, lo que rompe la expectativa, y desafía la lógica de la previsibilidad.
Su mayor efecto lo tiene en la comprensión de la realidad: la sorpresa revela el límite de nuestra capacidad de conocimiento, dejándonos expuestos a aquello que no controlamos.

Para algunos el hecho sorprendente se atravesará de manera inquietante, mientras que para otros se vivenciará de forma increíble. Lo cierto es que la sorpresa obliga a cuestionar y reformular los análisis previos.

La sorpresa acarrea consigo la necesidad de una reflexión personal. ¿Fue la oferta electoral de la oposición lo que inclinó el electorado hacia el oficialismo? ¿Fue la mala estrategia de comunicación de la oposición el factor que propició la preferencia hacia Milei? ¿Fue la combinación de ambos factores lo que falló al momento de interpelar a la ciudadanía?

Ahora, como evento externo y común a todos nosotros, ese acontecimiento que sorprendió obliga a los actores políticos a rearticular las relaciones entre sí y con la sociedad. La reflexión personal realizada a partir de la sorpresa conlleva la necesidad de repensar la nueva realidad. En este sentido, la sorpresa puede operar como un dinamizador de tendencias previas o un catalizador de cambios.
Hasta hoy, la sorpresa se revela como catalizador de cambio en el bando oficial: Milei llamó al consenso político. Vestido según el protocolo institucional propio a un presidente (y no como rockstar), su discurso de victoria electoral se centró en la ratificación del rumbo político económico con un tono mesurado, agradeciendo a colaboradores propios y ajenos, y planteando la intención de discutir con los gobernadores racionales las reformas por venir en el Congreso Nacional.

De seguir así, los principales actores políticos institucionales -gobernadores, legisladores con peso propio, gremialistas, representantes de organizaciones sociales- deberán acomodarse a este cambio propuesto por el presidente.

En las huestes opositoras, la sorpresa se reveló como continuidad. La escena presentó rostros conocidos desde largo rato, con el mismo discurso, la misma entonación y citando a los mismos que están desde hace más de 20 años.

“Como caída del cielo” es la expresión coloquial que hoy resume con precisión que la “sorpresa” es un elemento constitutivo de la actividad política. La sola posibilidad de que algo pueda sorprendernos -para bien o para mal- exige a los dirigentes políticos humildad al momento de afrontar la realidad de una campaña electoral o de una gestión de gobierno.

Facundo Odasso. Profesor Superior Universitario (UCA sede Rosario), Licenciado en Ciencia Política (UNR) y Diplomado en Gestión Pública por la Universidad Católica de Córdoba.

Fuente: Perfil

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